En el hueco de un peñasco tenía su nido de águila.
Un día, una hormiga que había ascendido por el peñón le dijo:
!Señora Águila! !Buenos días!
Es increible que en un cuerpo tan pequeño quepa tanta audacia.
dijo el águila.
Mi pequeñez no debe molestarle.
dijo la hormiga.
El águila lanzó un picotazo en dirección de la hormiga.
El choque con la roca fue muy fuerte, pero no lastimó a la hormiga sino que ésta salió
proyectada y cayó sobre la cabeza del águila.
La hormiga logró descender y se agarró fuertemente al pie de una pluma.
Comprendió que su situación era muy ventajosa.
Esta reflexión le dio ánimo para decir al a´guila: !Señora Águila! !Ahora quien manda soy yo!
El águila sacudió su cabeza y la hormiga le aplicó un mordisco.
Sacó una pata del nido e inclinó la cabeza, para rascarse y destruir con su garra
aquel huésped importuno. La hormiga la mordió otra vez, y se preparó para la lucha
entre su agilidad inteligente y la fuerza ciega de la garra. A cada zarpazo mal acertado,
la hormiga contestaba con un fuerte mordisco.
El Águila comprendió que ella misma
se estaba hiriendo. Se quedó quieta, y dijo la hormiga: di: ¿qué quieres?
Que vueles contestó la hormiga. El águila se lanzó al espacio. La hormiga, maravillada
ante el espectáculo, pensó: "!Qué basto es el mundo! !no habría podido recorrer esa extensión
ni en cinco mil años!".
MORALEJA
No debemos desdeñar a los pequeños, mucho menos ofenderlos. El destino se complace a veces
en ponerlos sobre nuestra cabeza para ser más humano nuestro corazón y castigar nuestra soberbia.
VIDEO
muy bien historia
ResponderEliminarhermoso
ResponderEliminar